martes, 27 de octubre de 2009

ESTAMBUL

Cuando tienes una niña de tres años, los viajes de novios se reducen de un hachazo a la mitad de días de estancia, a la mitad de kilómetros de recorrido y por tanto lo que eran diez dias se convierten en cinco y lo que era Isla Mauricio se transforma en cuatro horitas de llegada a Estambul, aún así el sitio es lo de menos cuando estás las 24 horas con la persona que quieres..., que quieres mucho...
















Siempre que pensaba en Estambul, visualizaba una alfombra mágica por el cielo volando, una lámpara maravillosa y una bailarina con la tripa al aire, para mí Estambul es una ciudad viva incluso en el sueño, el despertador es un señor gritando llamando a rezar, los olores se mezclan con las cachimbas y el té, las castañas asadas y los kebab, los pasteles dulzones y las mazorcas de maiz, el olor a pan y a sudor, la ciudad del color, las luces de las pequeñas lamparitas de cristales irrompibles, el color de las granadas y las naranjas, el azul del mar, las teselas de las mezquitas, los pañuelos de colores, los regateos en el gran bazar, aquella lamparita con la que soñé la encontré y las alfombras estaban colgadas en una esquina de la calle, los sitios siempre son mejores en tus sueños, pero para mí Estambul no se ha alejado de aquello que imaginé...
Stand By Me

No hay comentarios: