He pasado años preocupada pensando con quien saldría en Nochevieja, a donde iría, en qué fiesta acabaría y qué vestido me pondría, todo aquello se convertía en una auténtica pesadilla cuando ni siquiera sabías si al final tendrías un plan bueno o no.
No recuerdo una puñetera Nochevieja en que me lo pasara realmente bien, he ido a todo tipo de fiestas, desde las agobiantes en discotecas con vasos de plásticos,colas infernales para dejar el abrigo, para tomarte una copa de auténtico garrafón, para recoger otra vez el abrigo e ir a mear, de tios borrachuzos disfrazados de pingüinos babeando por follar, a las fiestas en chaletos de amigos bien.
Siempre me he aburrido como una ostra, daba igual el sitio..., pero había que salir por cojones, quedarse en casa suponía una derrota, un saludo a la soledad y yo no quería estar sola.
Hoy, estoy aqui escribiendo, al lado de un Ron Viejo de Caldas, con mi bragas rojas de la suerte, después de cenar tan ricamente y haber dormido a mi niña, esperando a mi chico que vuelva a mi lado y feliz, encantada de no haber pasado frio, de que los zapatos no me hagan daño y de haber cambiado el escote por un forrito polar, y es que hacerse mayor...no está tan mal!!!!, pero eso sólo lo sabes cuando has pasado unas cuantas esperando a encontrar un taxi libre para llegar a casa de madrugada...